lunes, 13 de enero de 2014

La luz que me guia

En el año 2011 tuve el gusto de viajar a Lourdes (Francia). Allí viví experiencias inolvidables. Fui con la Hospitalidad de Sevilla-Lourdes. El viaje fue precioso.
En el autobús fuimos unas cincuenta personas que entre cantos y oraciones hacíamos, las horas de viaje más amenas. A las doce rezábamos el ángelus y rezábamos el rosario y entre misterio y misterio hacíamos un canto.
Cuando llegamos a la primera parada: Burgos ya éramos como una gran familia. Bueno lo mejor fue cuando llegamos allí, parecía que Burgos nos tenía preparado un regalo. Una bienvenida con fuegos artificiales y un escenario enorme con música en directo. Eran las fiestas de San Pedro y San Pablo, una vez disfrutado del casco histórico fuimos al hotel (de lujo) el compañero de la habitación que durmió con nosotros fue Carlos, Un chaval simpatiquísimo.
Al día siguiente, tempranito, partimos hacia el santuario. No recuerdo muy bien a que hora llegamos, pero por la tarde comenzamos a disfrutar del santuario de Lourdes. Para mi era una experiencia un poco rara, rodeado de enfermos en camas que estaban siendo empujados por unos chavales jóvenes que pertenecían al voluntariado (se les llamaba "costaleros") Esa tarde el sacerdote por el que estábamos allí, Don Carlos Coloma, ofició una misa en la capilla de Sant Bernadette, tras presentarnos ante la gruta con el canto del "ERES TU". Más tarde nos hicimos la foto oficial ante la basílica. Una vez allí, debíamos adaptarnos a los horarios de comidas.
Las comidas... grandes anécdotas...jejeje Haber es verdad que todas las noches ponían sopa, pero le pusimos de nombre, aguasucia con las sobras del día anterior, porque en aquella ensaladera de plata había un agua parecida a la de la fregona con trocitos de apio, huevo, patata, casualmente lo que sobraba al mediodía pero no estaba tan mala...nos lo pasamos muy bien tomandolas...jejejeje. Ahora eso sí, la quiche estaba formidable...increíble.
Bueno en la mañana siguiente llegaron momentos que marcarán mi vida para siempre como fueron la misa en la capilla subterránea, y en la hora del ángelus fuimos a la gruta a rezarlo. Esa misma tarde ocurrió algo maravilloso, tuve la oportunidad de acompañar al Santísimo en su recorrido hasta la capilla subterránea, portando un turíbulo, y gracias a eso estuve en el altar de la capilla. El recorrido, que realizó el Santísimo, comenzó en la parte superior de la maravillosa basílica. Fueron unos momentos de oración preciosos. Cuando acabó la procesión del Santísimo, estuve con los compañeros de la peregrinación (amigos que allí hice y que permanecerán para siempre: Fran Blanca, Candela, Inma, Jose Carlos, Rafa, Rocío, Ana María, Inés, Loli García, Manoli, Antonia y sus hermanas...) fue una experiencia increíble.
A la mañana siguiente nos levantamos muy tempranito, pues teníamos misa en la gruta a las 7:30 de la mañana...Bueno Luego de la misa fuimos a desayunar, croissant vacíos...(pero esto que eeeeees? ni un poquito de chocolate...madre de Dios) pero eso no fue tan impactante como la hora de los baños, poder meter tus pies en aquella agua que procede del pantano milagroso que Sant Bernadette descubrió en sus apariciones, es una de las cosas que más reparo me daba y con la que más disfruté como cristiano, quién soy yo para bañarme en ese agua ¿soy digno de ello?. Que sensación más increíble. EL AGUA ESTÁ HELA´ pero la sensación que allí se vive, no la viviré nunca más.
Luego de los baños visitamos la casa de Sant Bernadette, casa en la que vivió con sus padres. De echo pudimos ver el molino donde su padre trabajaba, la cama en la que la santa, que tenía una enfermedad muy grave, para aquella época, dormía, estaba próxima a la chimenea.
Bueno que me despisto, tras los baños y la visita a la casa nos fuimos al hotel corriendo porque teníamos que ir a la procesión de las antorchas... ALUCINANTE, todos los peregrinos que allí estamos congregados y unidos por la misma fe, caminamos formando como la cadena de un rosario con antorchas y a la  luz de la luna todos caminan. Nosotros, el coro, nos situamos en la entrada de la basílica... y todo eso iba guiado por por Nuestra Señora de Lourdes coronada, que iba cargada por cuatro costaleros. Mientras todos los peregrinos realizan esa estación de penitencia tan hermosa, nosotros los vamos acompañando con cantos, los coros de las diócesis que allí estaban, cantos tan hermosos como el himno de Lourdes o como el "ERES TU" una vez acabada la estación de penitencia, la hospitalidad de Sevilla-Lourdes, volvemos a montar una de sus fiestas, le canta la salve Rociera de Lourdes, o unas sevillanas hechas con todo el cariño hacia Nuestra Señora. Cuando acabó nos reunimos en la pradera y allí rezamos una salve todos juntos y nos despedimos de Lourdes que a la mañana siguiente tendríamos que abandonar. En la pradera el coro cantamos "YA TODO SE ACABÓ" canción que nos ayuda a todos a llorar un poquito más...jejejeje
Esa noche no quise separarme de Nuestra Señora y permanecí en sus pies durante toda la noche. Allí rezando, ante la simple luz de la antorcha de velas que la gente dona. Claro, hay que tener en cuenta que al ser un lugar de culto, la noche es un silencio mortuorio, tan sólo se oye la corriente del río Gave y los pasos de las personas que vienen y van. Jose Carlos, Rafa, Álvaro, Candela, Fran, estuvimos juntos en todo momento, como separarnos, estábamos unidos en oración ¡Hay cosa más hermosa! puedo aseguraros que si existe no la he visto.
A la mañana siguiente, ya con la maleta hecha y llena con botellas de agua bendita del pantano del Santuario, cogimos el bus con dirección a Zaragoza. Allí escuchamos misa en la capilla de la virgen del pilar en el altar mayor, y luego la tarde libre. Esa tarde noche no se me olvidará jamás, la pasé con la persona más importante y de la que más me llevo de esos dos años de viaje a Lourdes, Fran Blanca, ese niño que siendo más chico que yo me mostró lo hermoso que es amar y cuidar a los enfermos.
Muchas Gracias Dios mío por todas aquellas personas que en ese viaje permanecieron a mi lado especialmente a los jóvenes, a Fran (padre e hijo) a la familia de topo, Inés, a las hermanas de antonia, a los enfermos de Onuva como Albure, a esos costaleros que tanduro trabajo tienen, a los de Brenes: Oscar, Rafa y Jose Carlos, al Estepe, al compañero de habitación Carlos, a su madre Ana, a Don Santiago Gomez Sierra y sobre todo y creo que jamás se lo agradeceré lo suficiente Carlos Coloma.
Carlos Coloma, aquel sacerdote que fue mi director espiritual, que me dio el sacramento de la comunión que me apoyo cuando más lo necesitaba, y que me mostró la belleza de Lourdes. Muchas gracias.