jueves, 23 de mayo de 2013

Mamá

¿Sabéis una cosa? Sé que no valoramos nunca a esa persona que cuando te caías, te levantaba, te llevó durante nueve meses en su vientre, te amamantó, te cuidó, te dio dinero a escondidas, te consoló cuando nadie te consolaba... Pero aunque no le demos el valor que realmente tiene, ella nos sigue amando como el primer día. Les hacemos daño, nos arrepentimos, le pedimos perdón, nos perdonan...así durante toda la vida. Mi madre, es aquella amiga a la que se le puede contar todo. Mis amigos la conocen como la "tita Paqui" porque ella ante mis amigos, es una amiga más, una loquita a la que hay que querer, y a veces controlar como una más (sino le preguntamos al "padre de bambi), además,después de todo, una juerga entre mis amigos y "la tita Paqui" no hay distinción.
A veces no agradecemos todo lo que hacen por nosotros. Mi madre, me hace de comer, incluso no comiendo en casa, me limpia la ropa, incluso no manchándome en casa, mi madre me plancha la ropa... sé que no le gusta (lo natural), pero se lo agradezco, porque me quita un peso de encima. Por otra parte también le reñimos porque siempre están detrás nuestra... (la maletaaaa, la cartera, el móvil  las llaves, el billete del autobús, recoge la habitación, la ropa de encima de la cama, tira la basura...) y aún sabiendo que después no lo haces, ella se carga de paciencia. Es verdad que cuando pasa algo malo, siempre corres a mamá, se lo cuentas y ella ya se encarga de decírselo a papá en un tono más suave, para evitar roces mayores. Cuantas veces me dijo mi madre: "hazle casooooo..." (entre dientes)...También algo típico, es cuando te deja en casa de alguien siempre se preocupa porque te portes bien (yo no lo entiendo del todo...pero bueno, sus razones tendrá).
Pero sé que ella, aunque le fallemos, siempre estará ahí, porque una madre es aquella pieza que une todo. Luego también he decir que como cocina una madre no cocina nadie (sus bizcochos, sus tartas de queso, sus lentejas y sus garbanzos (aunque no esté muy por la labor de comerlos). Por cierto mi padre siempre ha dicho: "nunca compares el gazpacho de tu madre con el de tu mujer" por algo será...  Gracias por otorgarme una comida caliente cuando llego del colegio.
No hace falta tener estudios para explicarte lo ligerita de cascos que es "La Celestina" (jamás olvidaré ese capitulo en el que mi madre explicó ese libro a mi hermano, sin habérselo leído). O esos momentos en los que te enseñan lo que saben de punto de dos agujas, y el resultado está en mi bufanda, preciosa bufanda por cierto. Esos chalecos que nos hizo cuando pequeños, como el chaleco de lana (que tanto picaba) del sheriff. O esas colchas para la cama que se comienza y nunca termina.
Por todo ello: por darnos la vida, por querernos, por cuidarnos, por dar "buen" uso al dinero que papá trae (pongo el bien entre comillas porque papá no lo dice muy convencido), por aquellos regalitos que nos sorprenden: como tu sonrisa, tu disfrute, tu compañía, tu alegría, tus bailes, tus cantes, tu forma de tratarme. Y te pide perdón por aquellas lágrimas que te hice derramar.
Te quiero mucho, Mamá.



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